m.a.g.

LA SOCIEDAD DE LA NIEVE. CUADROS DE LIBERTAD DESMEDIDA

 

 

EXT. MONTAÑAS DE LOS ANDES – DÍA

 

Dentro de todas las capas de significado que el director genera dentro de su película, decido alejarme para observar, de lejos y con distancia (porque así fue concebido), el plano general.

Plano general.

No.

Gran plano general.

No.

Generalísimo.

Sí.

La hipérbole es necesaria y coherente.

Imprescindible para entender la sensación escondida tras una decisión de posición de cámara; a su vez escondida tras un director.

Las montañas dominan el encuadre y lo convierten en cuadro.

La magnitud de un manto blanco lo baña todo como si de un gigante trazo se tratase.

Es la nieve. Bella y fría. Hermosa y aterradora. El miedo y la admiración creciendo en el corazón del espectador, cuyo infinito le hace sentir muy grande y muy pequeño, todo al mismo tiempo. Toda una contradicción.

Y así es como J. Bayona convierte un idílico y poético paisaje en el mayor conflicto y único enemigo de sus personajes.

La verdadera contradicción: una libertad tan infinita y desmedida que atrapa y aprisiona. El eterno espacio abierto que encierra. La prisión más inmensa. Inmensidad que transforma a nuestros personajes en meras motas, engullidas por la infinita blancura; convirtiéndolos en imperceptibles, casi invisibles. Casi.

Porque son las motas más insignificantes y al mismo tiempo, las más notorias.

La más verdadera contradicción: Personajes emocionalmente convertidos en las motas más gigantes. Motas valientes. Motas que hicieron historia. Gigantes corazones que, con sus propias e infinitas contradicciones, también dominan el encuadre, y también lo convierten en cuadro como lo hace la nieve.

Queda así retratada la fuerza de la naturaleza. La naturaleza humana. Una fuerza que unida acaba logrando ser tan inmensa como el encuadre que la retrata.

Words: Alexandra Iglesias García