FILM. MATRIA
Matria es una pulsión.
Es energía.
Es Ramona.
Un retrato de una madre que no sabe serlo.
Una hija que no sabe serlo.
¿Qué es ser buena madre, y buena hija?
Alvaro Gago, director del film, nos adentra en esta reflexión maternofilial de personajes imperfectos, contradictorios, que conforman un retrato realista pero frenético al mismo tiempo. Un frenetismo de imperfección, errático, donde el autor decide darle voz a la mujer imperfecta, la madre que se equivoca, que mete la pata y la saca como puede. Ramona, interpretada por María Vázquez y construida de tal manera que el espectador duda de su propia empatía, tan necesaria en el cine en general, no tan necesaria en este en particular. Una interpretación que se alzó con la Biznaga de Plata en el muy reciente Festival de Málaga; película que fue la inauguradora del mismo y la cual vimos estrenada en la Berlinale.
Un film de inmensa humanidad en el cual Gago coloca la cámara muy cerca de esa imperfección, componiendo un viaje de primeros planos y movimiento incansable que acompañan tanto física como psicológicamente a Ramona, pintando así una puesta en escena de esa gran angustia que la invade. Angustia constante. Angustia latente. Angustia. Angustia… el plano como reflejo de ese estado de ánimo; una apuesta visual que nos recuerda a directores como los hermanos Dardenne a películas como “Rosetta” o “El Hijo”.
Una verdad punzante que te atraviesa como la cámara atraviesa los espacios que habita Ramona, invadiéndolos con su caminar constante e incesante, hacia adelante, o lo que ella cree que es hacia adelante. Ya que iremos descubriendo poco a poco un caminar circular, un pretender avanzar dentro de una vida estática. Un bucle anclado; irónicamente.
Consecuentemente, se nos retrata a una mujer atrapada en el universo que habita, atrapada en sus propios espacios a los cuales parece ya no pertenecer: en un trabajo y un hogar hostiles, donde ya no es bienvenida. Un desapego que se transformará en una necesidad de huir de aquellos lugares que ya no la acogen, de caminar en una nueva dirección, esta vez sí, hacia adelante.
Un paso inmensamente complicado para Ramona, quien se encuentra atada y atrapada a estos espacios, principalmente por una razón: su hija también los habita. Estrella (Soraya Luaces) una joven de 18 años que la ata sin quererlo, entreviendo a cada paso que el real objetivo de nuestra protagonista es cambiar las circunstancias de su hija, para así evitar que viva en ese universo de angustia y descontento que ella misma ha construído. Una ayuda que ella fuerza, alejándolas inevitablemente, y abriendo cada vez más el abismo que las separa.
Es por ello que Gago pondrá a su protagonista a prueba, enfrentándola constantemente a ese cambio de dirección tan necesario, ya que de hacerlo sería el mayor acto de valentía y amor propio. Se plantea así la duda de si Ramona será capaz de coger las riendas de su propia vida y no las riendas de nadie más. Porque no podemos avanzar si nuestras propias riendas están dañadas.
Words: Alexandra Iglesias