¿Experiencias audiovisuales o IA?
Con ocasión del Festival de Fotografía Ojos Rojos e invitada, en esta ocasión, a formar parte de la mesa redonda que trató el tema de la inteligencia artificial y la fotografía, me gustaría hacer una reflexión personal sobre el tema, que aunque daría para una gran exposición y debate, dejaré reducida a pequeñas reflexiones, que fueron las que intenté exponer personalmente durante el tiempo que duró nuestro interesante debate.
Ante todo, no puedo dejar de recordar la gran contribución que la dirección del Festival de Fotografía Ojos Rojos lleva a cabo en la zona de la Marina Alta de la Costa Blanca alicantina, en especial en las localidades de Jávea y Denia. No solo es el esfuerzo y la ilusión con el que sus organizadores llevan a cabo todo ello, sino la interesante e innovadora visión fotográfica de sus directores de Mili Sánchez y Mike Steel. Ahora ellos nos abren las puertas a un debate que seguro será solo el principio de otros muchos sobre el mismo tema: la menciónada inteligencia artificial.
La primera afirmación que haría a nivel general es que no estoy en contra de la inteligencia artificial. Creo que sería absurdo ir en contra del progreso; pero si que diría que es importante considerarla como algo que debe ayudarnos, no sustituirnos, y que duda acabe de que es un gran impulso y apoyo para innumerables cosas, pero sin olvidar que no deja de ser el resultado digital de una orden dada de manera específica y configurada para que se consiga un resultado que se obtiene estrictamente de los datos que se han ido acumulando en el sistema, y provienen de información y creaciones reales. La inteligencia artificial, bebe de lo que existe en la red, pero no crea, solo construye sobre los cimientos de las creaciones humanas. De ese modo, los humanos creamos y la IA usa nuestras creaciones para construir algo a base de combinaciones algorítmicas. Está claro que esto todo el mundo lo sabe, pero conviene recordarlo. La máquina no crea, solo acumula y combina datos por explicarlo de un modo sencillo.
Fotografía: Jo Garcia Garrido
Se nos recuerda que algo semejante ocurrió con anterioridad en nuestra historia relativamente reciente, cuando la fotografía apareció por primera vez a finales del S.XIX. En aquel momento los pintores de aquella época en un principio se revelaron cambiando incluso su forma de pintar y exponerse al mundo; después se reinventaron ante ese nuevo invento que producía imágenes con tan solo apretar un botón ubicado en la nueva maquinita llamada cámara fotográfica. Pero lo cierto, es que el paso del tiempo ha demostrado que ambas disciplinas, la pintura y la fotografía han convivido perfectamente y no solo porque la pintura se transformase en un principio en aras a diferenciarse de la nueva disciplina para ser algo diferente a la fotografía, sino que ambas se han afirmado como disciplinas distintas conviviendo y conversando, bebiendo una de la otra, y aunque convergen muchas veces siguen siendo disciplinas diferentes. Así, este se nos presenta como un argumento que defiende en la actualidad la aparición y rápido desarrollo de la IA en nuestras vidas. No tengáis miedo, esto ya ocurrió antes!
No obstante observadas ambas, la fotografía y la pintura desde un ángulo distinto, como disciplinas artísticas, tienen algo en común: la experiencia humana fotográfica o pictórica como experiencia tangible tanto con otros seres humanos como con lugares.
Rodaje del cortometraje «Abril» dirigido por Alexandra Iglesias
Eso no nos lo da la inteligencia artificial que nos mantiene frente a una pantalla, en soledad, sin sonidos, olores, viento, o sentimiento…que es lo que al parecer nuestro sistema actual intenta que hagamos todos, no importa que nos dediquemos y lo que queramos hacer porque sin una pantalla parece que no estemos completos. Si no estás digitalizado estás muerto, el sistema te marca el camino, y en ocasiones te obliga, y allí nos dirigimos fieles ante el poderoso atractivo que se nos muestra tras esas pantallas. La IA es un paso más adelante ante esta imparable digitalización.
Rodaje del cortometraje «Abril» dirigido por Alexandra Iglesias
Aquí hablamos de fotografía y por analogía también de cine y vídeo. Y los que hemos tenido experiencias fotográficas o cinematográficas, sabemos que a pesar de lógicamente buscar un resultado concreto, con el tiempo de lo que nos acordamos no es solamente de ese resultado final, sino de la experiencia que nos llevó a ello: recordamos los shootings, las sesiones fotográficas, los viajes que realizamos para tomar esas fotografías, pa preparación, documentación, la relación con las modelos, con las actrices, los rodajes, las dificultades, lo que reímos y lo que lloramos… O sea, la experiencia que nos llevó a obtener un resultado. Y esa es la experiencia humana a la que me refiero. Y no solo fue la experiencia como tal, sino que la misma nos hizo más inteligentes, tener más cultura, más conocimientos, ser más nosotros diferenciándonos de otros. La experiencia nos enriqueció. Y eso no nos lo da la IA que nos ofrece un maravilloso resultado sin movernos de nuestra silla delante de una pantalla.
Rodaje del cortometraje «Abril» dirigido por Alexandra Iglesias
Rodaje del cortometraje «Abril» dirigido por Alexandra Iglesias
¿Cuál es el truco? ¿El secreto? ¿Como se nos convence? Con algo tremendamente atractivo: la facilidad en la realización del trabajo. La inteligencia artificial nos facilita nuestras tareas sean cuales sean, no tenemos que estudiar, no tenemos que investigar solo tenemos que pedir y se nos dará. Todo es fácil y es muy difícil huir de lo fácil. Además es rápido, y por si fuera poco barato.
Sin embargo, yo creo que del mismo modo que como seres humanos tenemos la obligación de defender y proteger el planeta en el que vivimos, y no solo defenderlo, sino recuperar aquello que el ser humano ya ha destruido, del mismo modo, tenemos la obligación y la responsabilidad de reivindicar nuestra humanidad y nuestras experiencias humanas y defendernos del exceso de digitalización que nos aleja de la realidad de la vida fuera de las pantallas. No debemos permitir que la inteligencia artificial nos deshumanice.
Rodaje del cortometraje «Búfalo» dirigido por Cristian Fidel
Del mismo modo que hubo que ponerle límites en su día a la genética que, si bien sus avances científicos nos hacen conocernos mejor y ser más longevos por poner solo dos ejemplos, lo cierto es que otras líneas de trabajo iban a la clonación o la pureza de la raza, donde podemos llegar a escoger el físico de nuestros bebés, y esto solo por poner un par de ejemplos. La ley puso sus límites y no sé cómo la ley tendrá que poner los límites a la inteligencia artificial, pero que habrá que limitarla creo que es seguro. Y eso no significa no aprovechar la facilidad del camino que se nos ofrece para ciertas cosas, todo lo positivo, pero para ayudarnos y no ara sustituirnos.
Rodaje del cortometraje «Búfalo» dirigido por Cristian Fidel
El otro día estuve escuchando en discurso del filósofo y ensayista alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han cuando recibió el Premio Princesa de Asturias, de Comunicación y Humanidades. Podríamos estar aquí horas sacándole jugo al interesante discurso, pero me centraré en lo que aquí hoy nos interesa que básicamente es la parte de dicho discurso que habla precisamente de la IA y la extrema digitalización que nos lleva a la deshumanización y como consecuencia, al aislamiento de las personas.
Rodaje del cortometraje «Abril» dirigido por Alexandra Iglesias
Creo que la inteligencia artificial tiene que ser un instrumento en nuestras manos, no nosotros un instrumento en manos de la inteligencia artificial. Debemos usarla para conseguir información, para inspirarnos, para hacer que nuestro trabajo sea más fácil. Nos puede ayudar, pero no nos debe anular como seres humanos o acabaremos siendo esclavos del robot que todo lo puede. Porque si es así, entonces me pregunto si necesitaremos realmente el campo, el cielo, el mar, las montañas…, porque si el ser humano se conforma con una gran sofisticada pantalla que se lo exhiba, y mientras mira esa pantalla, quizás, además puede escuchar los sonidos e incluso el olor del campo o del mar, y podamos viajar prácticamente sin salir de casa, porque también quizás con unas gafas interactivas podemos pasear por las calles de cualquier ciudad del mundo, como si fuese en tiempo real, no solo escuchando sus sonidos, sino absorbiendo sus olores, entonces habremos perdido la el anhelo de la experiencia que es realmente lo que nos hace lo que somos como seres humanos. Somos lo que somos en virtud de las experiencias vividas a lo largo de nuestra vida.
¡Tengamos experiencias audiovisuales! Es lo que recordaremos, aquello que seguirá alimentando nuestra alma a pesar del paso del tiempo.
Jo García Garrido