CANNON BEACH: ENTRE EL SUEÑO Y LA REALIDAD DE AVEC AMOUR
Si hay algo que la moda nos regala constantemente, es la oportunidad de sumergirnos en experiencias que van más allá de lo tangible. Eso es precisamente lo que se vivió en el desfile de la colección primavera-verano 2024 de la firma AVEC AMOUR. Fue como sumergirse en un sueño irreal, una ilusión que persiste en la mente incluso después de haber terminado.
CANNON BEACH el nombre de su nueva colección, se presenta como un espejismo, donde la invitación a este desfile sólo se puede leer cuando se confronta con un espejo. Todas las prendas, también reflejadas en las columnas del recinto Sant Pau, simbolizan la fusión de lo clásico y lo contemporáneo, lo viejo con lo nuevo. Incluyendo tejidos encontrados en anticuarios y añadiendo piezas de cerámica hechas a mano, que aporta ese punto craft que tanto se destaca en la artesanía española.
Fuimos recibidos por una melodía hipnótica, música meditativa que nos envolvía y transportaba a un estado de paz interior. Al sentarnos en el lugar asignado y con ansias de que empezara el desfile, parecía que el sonido nos guiara en un viaje hacia lo desconocido, preparándonos para lo que estaba por venir. Se apaga la luz y el resplandor que marca el camino de los modelos, se prende, a la vez que las cámaras. Los diseños que desfilaban por la alfombra negro azabache, eran como una fábula de ninfas y mestizos de la mitología griega. Siluetas fluidas, plisados sutiles y una paleta cromática que evocaba los tonos del atardecer en la costa de Oregon. Cada garment parecía cobrar vida propia, no sabías dónde empezaba el cuerpo y donde terminaba la prenda.
Y entonces, mis ojos se empezaron a posar en los pequeños detalles llenos de mimo: accesorios, encuentros de espalda que formaban un corazón gigante, maletines con pinturas al óleo… Todo parecía contar historias de romance y misterio. Era como si cada detalle fuera una pista en un juego de enigmas, que junto al late motiv de la guitarra de Medasawa, invitaba a sumergirnos aún más en la fantasía que María Undo y Daniel de Villanueva regalaban a nuestros ojos.
Desde hace unos meses, nuestro imperio romano ha sido el estilo Coquette, tendencia presente en esta colección con reminiscencias al ballet más clásico. Pero escapando de los colores asociados a ese rosado movimiento, escogieron gamas más limpias, predominando el blanco y negro, pasando por el castaño, burgundy, marino y amarillo.
Los estampados a rayas verticales en azul y las flores viniladas en negro daban frescura, mientras que los escotes y cuellos plisados o gorgueras regresaban al barroco y nos transportaban a la alta sociedad del siglo XVI.
Los maletines con pinturas hechas ex profeso, representaba hombres en medio de bosques y naturaleza, algunos de ellos vestidos con prendas de la misma colección, un spoiler que pasó por alto para muchos de los que estábamos allí. Y terminando por los zapatos, con punta cuadrada de Ulanka que conectaban directamente a la danza clásica, parecía que en cualquier momento los modelos subirían a relevé y bailarían una variación de Giselle. Además, la colección nos llevó a Galliano para Dior, en la fall de 2005 referenciando a las bailarinas de Degas.
Diane Von Fustemberg describía la moda como un puente entre el ayer y el mañana, un medio para preservar la tradición y abrazar la innovación. Y así ha sido CANNON BEACH una simbiosis perfecta entre frescura y nostalgia que no sólo deja una impresión duradera en mí, sino que destaca entre las colecciones más notables de la 33ª edición de la 080 Barcelona Fashion.
Words: Victor Aparicio
@victor__aparicio
Fashion Editor