FILM. AS BESTAS
Cámara lenta, música inquietante… tonos marrones que se tornan en cuerpos de caballos salvajes que inundan el plano… caballos sin crines que trotan huyendo, cruzando el encuadre… y entonces: los hombres se abalanzan sin piedad al cuello del animal; sus cuerpos se fusionan, se retuercen brutalmente, y la violencia se impone. El abrazo implacable, el abrazo forzado, dominante y asfixiante… Entonces la cámara viaja hasta las fauces del animal, ahogadas en los brazos de los hombres que ahora dominan la imagen, y sentimos el aliento animal luchando por respirar… hasta finalmente rendirse… Y en ese arrebato de libertad manchado de violencia, la bestia se convierte en víctima y el ser humano se convierte en bestia.
Así inicia Sorogoyen el viaje por As Bestas, con una demostración de poder y fortaleza del hombre sobre la naturaleza; jugando este inicio como una metáfora del resto del film, donde los dos hermanos, Xan y Lorenzo, encarnan la manifestación de la ira tornada en violencia. El retrato de unas masculinidades que mirando al mundo moderno nos parecen lejanas y obsoletas; sin embargo, Sorogoyen nos pone el foco en esta realidad aldeana presente y actual, dirigiendo nuestra mirada hacia un lugar donde aún existen éstas, una estampa de la mano de una tensión dramática incesante.
La máxima encarnación de esto culmina cuando el director decide recuperar dicha imagen inicial pero trasladada a un acto de violencia brutal llevado a cabo por estos hermanos; que al contar con una puesta en escena paralela al inicio del film, convierte a ambos hombres en esas temidas bestias humanas.
Unas bestias que no puedo evitar me recuerden a las festividades populares taurinas, durante las cuales los humanos se transforman en esas bestias violentas que arremeten contra otro individuo en minoría, por puro espectáculo… la violencia por violencia.
El claroscuro, el contraste, el ambiente tenso, la paleta de color fría… reminiscencias de las pinturas negras de Goya, gracias a la atmósfera oscura y sombría del film, primordialmente durante las escenas localizadas en el bar del pueblo: la taberna como núcleo del conflicto, como ocurría en los westerns clásicos. Pero también a nivel de retrato de una violencia como en “Saturno devorando a su hijo” o el mismísimo “Guernica”; pinturas donde predominan intensamente la locura, la crueldad, la agresión, la muerte…
No obstante, Sorogoyen decide finalizar el film con una mirada contemporánea hacia el futuro, ya que la nueva mujer protagonista le hace una promesa a la madre de los hermanos: ellas harán las cosas de otra manera, intuyendo el espectador una realidad sin enemistad, sin lucha, sin violencia. Aquí el director nos muestra un cambio de narrativa que podemos ver como reflejo de nuestra sociedad, donde la voz de la mujer cada vez cobra más fuerza y valor.
Rodrigo Sorogoyen
Words: Alexandra Iglesias
Imágenes facilitadas por la productora A contracorriente films