Las 10 obras que marcaron (mi) 2025
Un año más, aprovecho la confianza y hospitalidad de las amigas de Fantú para poner orden a la retahíla de películas que mi obsesión y mi profesión me han brindado durante este nutritivo 2025. Repasar todas las películas vistas en un año es, de alguna manera, revivirlo. Recordar todos los momentos, compañías, etapas y emociones que han conformado dichos visionados. Algo así como mirar viejas fotografías, diría, pero con películas. Justo por eso, por ese componente más emocional y contextual al echar la vista atrás, esta no es una clasificación de las mejores películas del año, más bien de las favoritas. Imagino que este es el resultado de algo que entiendo de una forma un tanto peculiar: concebir la cinefilia no sólo como el amor hacia ver películas, sino hacia cómo uno se ve a sí mismo mirándolas. Con todo y eso, deseo con entusiasmo que esta lista sirva, ante todo, para que alguno de los lectores de servidor descubran, den la oportunidad y se emocionen con, al menos, una de las mencionadas. Algún día, quizás, cuando lean el título de dicha película, sentirán algo así como mirar una vieja fotografía.
- Nouvelle Vague de Richard Linklater
Me hace cierta ilusión que una lista cuyo propósito es propagar el amor por ver cine arranque con una película dedicada a propagar el amor por hacerlo.
Y es que “Nouvelle Vague” es, ante todo, la carta de agradecimiento de Richard Linklater hacia aquellos que le empujaron a convertirse en un sobresaliente director de cine.
Homenajeando otro título que rebosaba amor por el arte de rodar, “La noche americana” de Truffaut (precisamente uno de los protagonistas del filme de Linklater) la cinta es algo así como una suerte de making of, 65 años después, de la película que ejemplificó a la perfección los valores de la tan reverenciada Nouvelle Vague y que vió nacer a uno de los directores más influyentes de todos los tiempos: “Al final de la escapada”, de Jean-Luc Godard.
Pude disfrutarla en el Festival de San Sebastián y se podrá ver en salas españolas el próximo 9 de enero.
Mención especial a “Blue Moon”, la otra película que Linklater nos ha regalado este año y que bien podría estar en el lugar de la seleccionada.
Fotograma deNouvelle Vague de Richard Linklater
- Diecinueve de Giovanni Tortorici
La frescura con la que en su momento Godard tumbó la puerta abajo con “Al final de la escapada” también se respira, por su libertad y desenfado tanto en el montaje como en la planificación, en “Diecinueve”, la ópera prima de Giovanni Tortorici, de tan sólo 29 años.
19 es la edad con la que el protagonista de esta joya magnética e insondable decide tirar por la ventana sus estudios empresariales en Londres e irse a Siena, en la Toscana, a estudiar literatura.
Lejos de lo que pueda parecer, este no es un viaje de autodescubrimiento al uso. Lo es, sí, pero mucho más provocador, sombrío, tortuoso y, por último, piadoso, que sus ya cansinos e imprecisos compañeros de subgénero.
Todo un hallazgo producido por Luca Guadagnino que descubrimos en Filmin y que cuenta con una de las mejores bandas sonoras del listado.
Fotograma de Diecinueve de Giovanni Tortorici
- 2000 metros hasta Andriivka de Mstyslav Chernov
Cambiamos completamente de registro para hablar de la que puede ser una de las películas bélicas más trascendentes del siglo. O de la historia.
Durante los más de 125 años de historia del cine la guerra ha sido representada de muchísimas y muy dispares formas. Es por eso que tanto sorprende que ahora, años y años después, alguien encuentre una fórmula para mostrárnosla como nunca la habíamos visto.
Mediante cámaras colocadas en los cascos y armaduras de varios soldados ucranianos, Chernov (quien ya ganó el Óscar en 2023 por otro documental sobre la guerra entre Rusia y Ucrania) nos empuja de lleno a la conquista de Andriivka, un pequeño pueblo al que sólo es posible llegar a través de un kilómetro y medio de un bosque lleno de peligros.
Una premisa que podría salir de un videojuego. Una puesta en escena, que también. Pero esta vez no es un juego, esta vez es real. Ahí radica el impacto de unas imágenes cuya primera persona era concebida como virtual por toda una generación y que ahora se descubren como tangibles, desoladoras y más ciertas que nunca.
Y es que por lo que hemos podido ver hasta el momento, Chernov siempre ha sido partidario de exponer la guerra sin medias tintas, convencido de que el mayor alegato antibélico que existe es la guerra en sí.
La ví con mi amigo David, ucraniano, en CPH:DOX y estará disponible en Filmin el 9 de enero.
- Los pecadores de Ryan Coogler
Aun siendo también un género algo manido, las películas de vampiros nos siguen regalando, de vez en cuando, gratas sorpresas en forma de reformulaciones del género firmadas por cineastas que desbordan imaginación y talento.
Es el caso de Ryan Coogler, quien sigue dedicando su imparable carrera a la denuncia racial y que ahora se atreve con el terror siguiendo, quizás, la estela de Jordan Peele.
Y es que “Los pecadores”, aparte de ser uno de los mayores éxitos en taquilla del año (culpa, también, de un siempre carismático Michael B. Jordan, con quien Coogler sigue escribiendo una de las historias más bonitas entre actor y director), es también el poderoso canto atávico de una comunidad, la afroamericana, que sigue necesitando gritar los problemas del pasado para señalar los del presente.
De ese orgullo ancestral nace la mejor escena musical del año. Un plano secuencia que recorre la historia de la música negra en todas sus épocas, formas y variedades. Uno de esos que es imposible de olvidar.
Disponible en HBO Max.
Fotograma de Los pecadores de Ryan Coogler
- Barrio triste de Stillz
Una auténtica puñalada entre las costillas.
“Barrio Triste”, el debut en el largometraje del jovencísimo Stillz, uno de los principales colaboradores de Bad Bunny, está muy pero que muy lejos del jolgorio que suele inundar toda la obra del cantante puertorriqueño.
Enmarcándose dentro de un género intensamente atado al cine español, el cine quinqui, la película apela de forma muy directa a la que considero su obra fundacional: “Los olvidados”, de Luis Buñuel.
Una película que dialoga bruscamente con el cine trash de Harmony Korine, quien la produce, y que con una mirada que roza lo experimental se zambulle en el desgarrador desaliento de una generación perdida, la que vivió en los barrios más marginales de la Medellín de los años 80.
Con banda sonora de la archiconocida Arca, estamos delante de un ejercicio de claustrofobia existencialista que se siente dolorosamente inmersivo, formalmente desafiante y cortante como una navaja sucia y oxidada.
Estará disponible en Filmin este 2026.
Fotograma de Barrio triste de Stillz
- Valor sentimental de Joachim Trier
El dúo formado por Joachim Trier y Eskil Vogt en el guion pareció encontrar la cima de su cine con “La peor persona del mundo”. Lejos de conformarse, han seguido escalando hasta alcanzar una nueva cumbre todavía más alta, deslumbrante y categórica: “Valor sentimental”.
Una película construída con una precisión casi arquitectónica, siendo precisamente una casa el pilar sobre el que se desenvuelve la acción. Ese es el viejo hogar de una familia, un padre y sus dos hijas, obligados a reunirse tras el fallecimiento de la madre, en un reencuentro plagado de desniveles, astillas y grietas.
Un trabajo que, a diferencia de “La peor persona del mundo”, consiguió la árdua tarea de obligar a servidor, un tanto escéptico con su relación con los melodramas, a retractarse y no poder hacer más que quitarse el sombrero y aplaudir.
Parte de la culpa la tiene, sin duda, Renate Reinsve, quien una vez más acepta el reto interpretativo y encabeza con poderío un reparto (del que cabe destacar también a Inga Ibsdotter Lilleaas, el gran descubrimiento del filme) que guía a este drama de tintes bergmanianos hacia la carrera por el Óscar.
Para el recuerdo, una de las escenas de amor fraternal más emotivas de la historia.
Mi película favorita del último Festival de San Sebastián, que justo ahora se puede disfrutar en cines y que en el primer trimestre de 2026 estará disponible en Filmin y Movistar+.
Fotograma de Valor sentimental de Joachim Trier
- Dos fiscales de Sergei Loznitsa
Si el filme de Joachim Trier brilla por sus momentos más cálidos, el de Loznitsa brilla por la ausencia de ellos. Una película helada, que decide desnudar hasta el extremo su puesta en escena para regalarnos la que quizás es la propuesta de narración más perfecta de la temporada.
Una película absolutamente redonda (¿o deberíamos decir cuadrada?) que se apoya en el minimalismo más soviético para contar la deriva de un joven, idealista e ingenuo fiscal de la URSS por los laberintos burocráticos del totalitarismo estalinista.
“Dos fiscales”, o cómo construir una obra de cine judicial en un país en el que la justicia no es más que una fachada. Una auténtica masterclass de precisión y depuración narrativa.
La pude descubrir en la SEMINCI de Valladolid junto a mis amigos Jan, Laia y Edu y se podrá ver en Filmin en el futuro.
Fotograma de Dos fiscales de Sergei Loznitsa
- No Other Choice de Park Chan-wook
De las maldades del comunismo totalitarista pasamos a las fallas del capitalismo más salvaje y animal.
Y es que la nueva película del maestro, el genio, el virtuosísimo Park Chan-wook pone en evidencia las deficiencias del sistema coreano contando la historia de un ingeniero de mediana edad que, tras ser despedido de la compañía de papel en la que ha trabajado los últimos 25 años, recurre a la única forma en la que puede salir del paro: matar no sólo a la persona que ocupa su puesto, sino al resto de postulantes.
Una negrísima comedia que adapta la novela de Donald E. Westlake, versionada también por Costa-Gavras en 2005, para seguir esculpiendo en oro una filmografía plagada de obras maestras (la última, sin ir más lejos, su anterior filme, “Decision to Leave”).
Una sátira que consigue ser elegante y gamberra a partes iguales y que coloca a Chan-wook como uno de los cineastas más legendarios de su generación.
Aluciné con ella en el Festival de Sitges y estará disponible próximamente en Mubi.
Fotograma de No Other Choice de Park Chan-wook
- Una batalla tras otra de Paul Thomas Anderson
Y de sátira en sátira y tiro porque me toca. Entre otras, la fallida “Eddington”, de Ari Aster, la más acertada “Bugonia”, de Yorgos Lanthimos o la ganadora de la Palma de Oro, “Un simple accidente” de Jafar Panahi.
No es casual que algunos de los trabajos más esperados de este pasado año se apoyen en la sátira para hablar de nuestro presente: se nos está quedando un mundo de lo más esperpéntico, con líderes políticos (y ojo, también sus pobladores) que superan con creces lo caricaturesco y con discursos grotescos inundando los todavía más grotescos medios de comunicación.
De todos esos trabajos, uno destaca por encima del resto. Paul Thomas Anderson vuelve a las andadas (otro que no hace una película mala) con “Una batalla tras otra”, un furioso y enérgico ejercicio de cine combativo que pone sobre la mesa un idealismo revolucionario que muchos, quizás sin saberlo, estábamos esperando.
La película se vertebra en dos partes muy marcadas. Primero, un fervoroso inicio que es todo un grito de guerra que intenta despertar a una sociedad adormilada que ha perdido la capacidad de reacción hacia ciertos discursos reaccionarios. Segunda, una persecución que homenajea al mejor cine de acción de los 70, eso sí, sin perder el discurso crítico y político que invade la cinta.
Un auténtico espectáculo visual que ataca directamente nuestro subconsciente y que cuenta con las que quizás sean las actuaciones más divertidas de Leonardo DiCaprio, Sean Penn y Benicio del Toro, en toda una lección de humor corporal.
Un protagonismo que les es robado, sin embargo, por una carretera que queda ya para la historia del cine.
La ví en su estreno en salas con mis amigos Martí y Roger, con los que me quedó claro que es ideal para invitar a acompañantes no cinéfilos. Disponible en HBO Max.
Fotograma de Una batalla tras otra de Paul Thomas Anderson
- Silent Friend de Ildikó Enyedi
Si, de alguna forma, “Una batalla tras otra” ejemplifica el desenfrenado ritmo del mundo moderno, “Silent Friend”, la obra maestra de Ildikó Enyedi, hace todo lo contrario.
La nueva película de la directora húngara supone uno de los trabajos más transgresores que recuerdo. Y es que logra mostrar, a través de las tres historias que se suceden alrededor de un árbol de una universidad alemana, una nueva forma de sensorialidad: la botánica.
Trasladar a imágenes cómo una planta, flor o árbol puede sentir el espacio o las acciones que le rodean no es nada fácil, pero Enyedi se las apaña para hacerlo de la forma más encantadora, profunda y poética que uno puede imaginar.
Un filme que se las ingenia para estar sorprendiéndote a nivel formal de principio a fin (en un momento dado llega a componer un encuadre en digital y analógico a la vez) y que cuenta con Tony Leung (“Deseando amar”, “Chungking Express”) como aliado de garantías.
Me dejó con la boca abierta cuando me topé con ella en la SEMINCI de Valladolid junto a mis amigos Edu, Laia y Jan, con los que me alegro mucho de haber compartido tan ilusionante proyección, y no os la podéis perder este próximo 2026, cuando se estrenará de la mano de Filmin.
Fotograma de Silent Friend de Ildikó Enyedi
Joan López Alonso