

SAKIKO NOMURA. SUAVE ES LA NOCHE
Conversación de Alexandra Iglesias y Jo García-Garrido con la fotógrafa Sakiko Nomura. Sensaciones.
“Si uno no busca las cosas que no pueden verse, estas no se vuelven visibles”
SAKIKO NOMURA
Sumergirte en la oscuridad, en las sombras, es un acto de atrevimiento, y en el caso de los escenarios recreados en las fotografías de Sakiko Nomura (1967), una invasión de la intimidad. Salvo que te dejen entrar. De ese modo, y gracias a la cámara, el acto íntimo pasa a pertenecernos durante ese instante de observación, y así nos hace sentirnos invitadas…
… así nos sentimos en este caso, ambas Jo García-Garrido y Alexandra Iglesias, que acudimos curiosas a la Fundación Mapfre en Madrid, para impregnarnos así de la artista japonesa en su exposición “Sakiko Nomura. Tierna es la noche”, que toma su título de la novela de Francis Scott Fitzgerald publicada en 1934. Allí nos topamos con 142 fotografías y algunos de sus foto-libros; y más adelante tuvimos el privilegio de conversar con la artista.
Jo – Camino por las salas despacio percibiendo esas instantáneas de ausencia. Me molesta la gente que hay a mi alrededor porque me parecen intrusos. Siento que solo yo he sido invitada. A pesar de eso sigo mi pequeño viaje que me sumerge en el mundo captado por la cámara de Sakiko Nomura, en la piel humana, el desenfoque, el blanco y negro, las naturalezas muertas, los paisajes urbanos y las olas del mar. Todo sumergido en las sombras. Un viaje interior en el que experimento sensaciones confusas.
Me adentró en esas habitaciones que no parecen un hogar sino un espacio casi plano, frío, que me obliga a centrarme en lo que la piel transmite, sintiéndola cálida y cercana en instantáneas que muestran cuerpos de hombre captados con una potente sensibilidad femenina. Mi alma de mujer lo siente.
Me atraviesa la intimidad que existe entre modelo y fotógrafa, especialmente en las fotografías de Hiroki Kurotaki, el primer modelo que posó desnudo para Nomura y a quien retrató a lo largo de más de 20 años.
Querida Sakiko, conocí Japón hace unos años y ciertamente me impactó porque no solo lo sentí como diferente a todo lo que conocemos en occidente, sino que percibí una especial sensibilidad y forma de vivir y estar, algo muy específico, admirable, que sentí como exclusivamente japonés. ¿Como percibes tú eso como japonesa?
Sakiko– Es difícil transmitir adecuadamente la singularidad de ser japonesa. Si me remito a mi infancia, crecí en un pueblo junto al mar. Un mar donde cuando se pone el sol, solo hay oscuridad. Como si de repente nada existiera. Aunque puede que esto no tenga nada que ver con Japón…
Jo –Percibo en las instantáneas oscuridad. Lo oscuro siempre esconde algo que no se quiere mostrar, o que se pretende solo insinuar, algo detrás de lo aparente. Vivo tus fotos como una invitación a adentrarme en esa oscuridad, tan densa que la poca luz es la protagonista, la que tenuemente ilumina lo poco que se nos permite ver ¿que te lleva a las sombras?
Sakiko – Para mí, la oscuridad significa que puede haber algo que quiero ver, o algo que no puedo ver, o algo que no necesito ver, o algo que no quiero ver. Para un fotógrafo lo que se capta y se ve es todo, pero al mismo tiempo también entiendo en cierta medida que hay cosas que no puedo ver, cosas que no quiero ver y que acaban quedando captadas en la foto. Voy y vengo entre estas contradicciones.
Jo –Lo cierto es que se percibe una cierta contradicción en tus fotografías, como si no se dejasen mostrar de manera fácil, sino que solo se insinúan. Se insinúan cuerpos y sombras, mezclados, de manera que es difícil distinguir que es qué, convirtiendo todo ello en una interesante experiencia.
Sakiko – Siento que la fotografía se vuelve más genuina cuando va más allá de lo meramente visible. Para mí, mostrar, insinuar y poder imaginar a partir de ello son igualmente importantes.
Alexandra – Siento que esta sensación se consigue también gracias al analógico. La imagen analógica convierte la experiencia en más orgánica, más próxima, más palpable y real…
Sakiko – La fotografía analógica transmite la sensación de poder palparlo físicamente, y ahí reside el verdadero significado de la fotografía. Porque para mí, una fotografía es la prueba de que ese momento existió.
Alexandra – Aunque al mismo tiempo, por otro lado, el uso del blanco y negro me aleja de esa realidad más física… ¿Por qué decides trabajar en monocromo?
Sakiko – Cuando recibo y respondo a las delicadas y sutiles emociones que tengo ante mí, la imagen se vuelve monocromática de forma natural. El monocromo puede parecer carente de información, pero se vuelve más elocuente. Esa misma elocuencia, junto con sus riesgos e incertidumbres, hace que el monocromo sea tan rico. Prefiero ver con ojos monocromáticos.
Jo– Puede que esté relacionado con la natural nostalgia del blanco y negro, pero siento que los retratos, instantáneas, paisajes y flores que observo en tus fotografías desprenden tristeza. ¿Es solo mi sensación?
Sakiko – La vida y la muerte, la ansiedad y la alegría están en todo; hay dolor, belleza y silencio en la soledad. Esto perturba ligeramente la serenidad que fluye en mi interior. Sin embargo, me atrae.
Alexandra – Por mi parte, más que tristeza, siento que desprenden una gran soledad. Soledad en camas vacías que llenan habitaciones impersonales y frías, me atrevería a decir. Hay una sensación de ausencia, una falta de calidez que convive con cuerpos cálidos, vivos, orgánicos… alejados de la in-organicidad que los rodea. Me gustaría entender más esa simbiosis, esos espacios, esa penetrante soledad… A lo mejor tiene que ver con la desnudez de los cuerpos…
Sakiko– En el momento en que se toma una fotografía, ésta se convierte en pasado. Es el hecho de qué «existió» y el hecho de qué «no existió». Abandonamos incluso los inciertos «tal vez» en ese pasado. Me cautiva esa capacidad intrínseca de la fotografía y esa ambigüedad. Por otro lado, cuando estás desnudo, algunas cosas se vuelven visibles y otras se vuelven invisibles. Me gusta dejar constancia de las ambigüedades sin criticarlas. Todo lo que tienes que hacer es escuchar y prestar atención.
Jo– De tu obra yo percibo en muchas ocasiones una fotografía muy cinematográfica, porque de alguna manera está contando una historia contenida en una instantánea. ¿Te has planteado hacer cine en algún momento?
Sakiko– El cine es muy importante para mí y frecuento las salas. Es una sensación maravillosa que toman algo de ti y tengas sensaciones que normalmente no experimentas en tu día a día. Mi objetivo es que una única fotografía te transmita la misma sensación que tienes después de ver una película entera. Y no lo puedo evitar, siempre preferiré el lenguaje de la fotografía.
Jo- Has publicado 40 fotos libros y es maravilloso poder recopilar tu obra dentro de un objeto que se pueda coleccionar porque al final las exposiciones no dejan de ser un momento de expresión en el tiempo que desaparece finalmente. Por otro lado, estamos en un momento tremendamente digital y ambas cosas son casi contradictorias ¿crees que estamos volviendo a los libros, a la impresión, a los objetos que podamos tocar y a huir de lo efímero, de lo digital?
Sakiko – Para mí, la idea de que te lleves el libro de mis fotografías a casa y ese libro pase tiempo contigo en secreto, es como un sueño hecho realidad. En esta época digital y efímera, creo que los libros han adquirido aún más importancia.
Alexandra – ¿Cuál es tu próximo proyecto?
Sakiko– Como siempre, seguiré observando atentamente todo lo que me rodea y tomando fotografías con la mirada enfocada.
Words Alexandra Iglesias y Jo García-Garrido en entrevista con Sakiko Nomura
Imágenes cedidas por la Fundación Mapfre, Akio Nagasawa Galleryy tomadas de la exposición