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DEBUTS Y CLÁSICOS EN RETEENA 2024

Por Judith Trench, Cultural Journalist of Fantú Magazine

Nos adentramos en la programación de la séptima edición del Festival Reteena. Óperas primas y cintas de culto forman este plantel que, como nos cuenta en el hall de la Filmoteca de Catalunya la co-creadora del festival Clàudia Mera, inciden en temáticas que interpelan a la juventud. Encontramos The Faculty, Los Mundos de Coraline, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón en la lista de Reteena Essentials, propuestas centradas en conflictos del tipo coming-of-age y que nos entusiasma volver a ver en la pantalla grande.

MEMOIR OF A SNAIL: la fiesta del detalle


En la sala Chomón de la Filmoteca, los espectadores se amontonan y se confunden con pares e impares, filas y butacas. Aparto mis enseres más veces de las que me gustaría para dejar espacio a gente que finalmente no se sienta. Después de la entropía y de la impuntualidad viene la calma, y con ella el apagado de luces y la abertura de cortinas. Durante noventa y cuatro minutos asistimos a la infancia, adolescencia y adultez de Grace Puddle: la niña de la cáscara de caracol. Chica freak con labio leporino innato y una mala suerte tan excesiva que roza el vodevil.

En pocas palabras: la madre de la protagonista muere en el parto, la niña crece junto a su padre y a su hermano gemelo, hasta que perece el primero y es separada del segundo. Suena dramático, y lo es, pero juro que no es para tanto. El tono de la película se acerca más a un dulce recordatorio de los manidos pero medio ciertos: la alegría de los pequeños momentos, vivir el presente, etc. Me resulta una cinta optimista plagada de contextos pesimistas. Véase Léolo (1992), Little Miss Sunshine (2006) o Mary and Max (2009), esta última también dirigida por Adam Elliot. Él es el responsable de este stopmotion lleno de soledad, abandono, abuso, fanatismo, muerte y por si fuera poco cleptomanía, diógenes, piromanía y ludopatía, donde todo se muestra pero no se condena.

El director acuña el concepto clayography, término que define el uso de plastilina para contar fragmentos autobiográficos y en sus producciones todo se hace a mano. Todo. Un banquete para cualquier fan del cine hecho artesanalmente, donde la acción y los personajes son casi palpables. Vemos en sus anteriores cortometrajes las semillas y los primeros experimentos que luego darían paso a este largometraje. Memoir of a Snail es oscura y gore a ratos, el estilo de los personajes es a todas luces feo y la narrativa es desesperanzadora pero a la vez consigue ser simpática. Una suerte de aleación que resulta estimulante.

Continuamos con la historia, Grace, hundida en la tristeza, añora a su hermano. Más tarde, una feliz coincidencia, nuestra heroína conoce a Pinky, una mujer mayor y super manic pixie dream girl, aunque auténtica como Maude de Harold y Maude (1971). Forman un dúo inseparable y juntas son felices apreciando su huerto, sus caracoles y su vida tal y como es.

L’EDAT IMMINENT: talento local

Nos refugiamos del viento huracanado en la misma sala que resulta estar llenísima, como ayer. Vemos la propuesta invocada por el Col·lectiu Vigília formado por seis jóvenes que se reparten tareas entre guión, dirección y producción ejecutiva. Todos ellos en algún momento fueron estudiantes de la Universitat Pompeu Fabra. La historia dice así: Bruno cuida tiernamente de su abuela Natividad mientras desarrolla numerosas empresas y pasa por el reto de alcanzar la madurez, en este caso los dieciocho. El chico reparte pizzas, es despedido, busca empleo, también dinero para pagar la autoescuela, sale con sus amigos y se enamora de alguno de ellos… Todo insertado en la precariedad económica y de vivienda. La llamada de un centro geriátrico llega a la casa de esta peculiar pareja para ofrecer una plaza liberada. La noticia, sólo sabida por el joven, hará tambalear la relación abuela-nieto así como la confianza que se guardan.

Como si de un documental se tratara, vemos como los dos muestran rabietas acordes a sus edades y también sus momentos más vulnerables. Los diálogos, tanto en el ambiente hogareño como durante el esparcimiento de Bruno pretenden ser espontáneos aunque les falta chispa… Durante el coloquio el equipo nos desvela cómo no había espacio para la improvisación, el guión estaba cerrado y muy ensayado. Delante de tal hermetismo vemos más libertad en los movimientos de la cámara. Abundan planos que no tienen prisa, así como enfoques de pequeños detalles costumbristas que nos cuentan más de lo que lo hacen los personajes. La música ex profeso sólo aparece cuando el chico va raudo en bicicleta y lo acompañamos por su barrio, Roquetes. El resto de canciones accidentales sintetizan los gustos de una generación con temas trap en catalán que suenan en discotecas o habitaciones santuarios. L’edat imminent es un ejercicio de afecto tanto técnica como narrativamente en momentos cruciales de dos individuos que afrontan la muerte y la madurez.

Al acabar el visionado y acercarse los seis responsables a los micrófonos, nos damos cuenta del esfuerzo colectivo que supone llevar adelante una sola idea. Los miembros de Col·lectiu Vigília narran cómo el tono fue la tarea más ardua, puesto que tenían claro que no querían armar una pieza lacrimosa, y no fue fácil puesto que el guión se decantaba por esos derroteros. El punto de partida común eran las vivencias espejo con sus respectivas abuelas, un intercambio intergeneracional que ha abundado y que sigue hoy en muchas familias. También querían evitar la representación de la abuela beata, mostrando todas las caras y la profundidad de éstas como seres y personajes. Se confirma gracias a la autenticidad de Antonia Fernández Mir al representar el personaje de Natividad.

La multitud sale poco a poco y fuera ya no sopla el viento, aunque veo los resultados violentos: dos macetas y un cactus en el suelo. De camino a casa voy recordando cómo Antonia presentaba la película y respondía a preguntas ilusionada ante un público que se derretía con su delicadeza.

WILD DIAMOND: la Kim K francesa

Si soy bella soy vista, si soy vista soy deseada y si soy deseada soy amada. Esta es la teoría de la joven Liane que vive en Frejús, cerca de Cannes, y que gana más y más seguidores en Instagram a golpe de trucos de belleza, retratos softporn y un estilo de vida fingido. Su realidad offline es otra: padre ausente, madre distante, robo y venta en el mercado negro, un primer aviso de desahucio y una desesperación enfermiza en relación a su físico. A más distancia entre lo que es y lo que desea que sea, más sufrimiento. Aunque Liane no se rinde fácilmente, tiene fuerza, recursos como para parar un tren y una fe ciega tanto en Dios como en el contouring. Con este brío seguimos a la adolescente y vemos sus peripecias desde que se presenta al casting del reality Miracle Island hasta que consigue su ansiada emancipación.

La guionista y también directora Agathe Riedinger debuta con este diamante salvaje al que no trata con condescendencia. Pone sobre la mesa la erotización forzada que performamos incluso antes de ser sexuales para una mirada externa, vehemente y si tenemos suerte poco violenta. Wild diamond es la prima hermana de la inglesa How to Have Sex (2023) en cuanto a cinematografía, la noruega Sick of myself (2022) en narrativa y la norteamericana El Espantatiburones (2004), en cuanto a esencia: querer “ser alguien” para ser amado, pertenecer. Son películas enfocadas en el personaje, en las cuales vemos la odisea de estas chicas (y un pez) que se esfuerzan por conseguir algo titánico: enmendar una fractura afectiva. Sufrimos con ellas y las entendemos. ¿Es desesperación atávica por tener protección, ternura y aceptación? Ser reconocido por desconocidos como en el caso de Liane, o en otras palabras ser influencer, supliría lo que los progenitores no hicieron en su momento.

Durante el visionado como barquillos de chocolate sin hacer demasiado ruido y, por si fuera poco azúcar, los riego con un litro de Cacaolat que bebo a sorbitos. Mala elección de merienda. Viéndome reflejada en la historia pienso en cómo estaré más gorda al salir de la sala y como la leche de vaca me provocará mañana la aparición de granos en la cara. Luego me olvidaré…

Quién no querría ser bella, vista, deseada y amada… Quién no imitaría los estándares de su tiempo. Liane y yo misma. Aunque ella lo lleva al extremo, heridas en los pies, tatuaje casero en la pelvis, implantes mamarios, extensiones mal puestas, lentillas de colores, labios pinchados y perfume robado. No se trata de la fantasía que todo esto supone y que nos empeñamos en analizar si está bien o mal. La fantasía es lícita y necesaria para tener fe. Como también son necesarios los realities, las mentiras que nos contamos (sabiendo que eso son) y el mero hecho de producirse a una misma. Para la protagonista, esta belleza incómoda tapa algo más profundo cuando vemos cómo lava su cuerpo con la misma violencia con la que se mira al espejo.

ARMAND: niños futuro

Treinta minutos después de dejar a nuestra ya querida Liane, entramos en la historia de Armand, otro estreno como director esta vez de Halfdan Ullmann Tondel. El pase es en versión original. Algo que ocurre más veces de las que me gustaría reconocer es la disposición de una persona alta que tapa por completo los subtítulos. Algo que provoca una torsión sutil pero dolorosa del cuello que me permite ver de refilón las últimas letras y encontrar significado sin incomodar al que tengo al lado. Tengo que mantener esta posición para poder entender a los noruegos. No es tarea fácil, son ambiguos… O por lo menos lo es el guión donde los géneros cambian y las nubes se levantan.

Se acusa a Armand, seis años, de agredir sexualmente a su compañero Jon, durante una jornada escolar en los baños. Partimos de las explicaciones de los niños, ni nosotros ni los personajes adultos tenemos pruebas fehacientes. El equipo directivo del gigante y viejo colegio reúne a los padres de los dos implicados, para solucionar el embrollo y aplicar un protocolo en casos como el descrito. Desde un principio se pacta actuar de forma imparcial y discreta. Vamos entendiendo los comportamientos descritos de los inculpados y dudamos de cualquier partícipe cuando conocemos a sus creadores y a sus maestros, así como sus vínculos, los absolutos protagonistas del film. Esta guerra por la verdad crea bandos y estos van pivotando de campo a campo, con cada dato o mirada que se suma. A través de Elisabeth, la madre de Armand, sentimos como el tiempo y el espacio se diluyen cuando empieza a llover y ella a delirar.

Esta película combina un tono dramático que más tarde se convierte en un thriller psicológico, todo regado de pequeños momentos festivos y disonantes como la alarma de incendios rota, el sangrado de nariz periódico de la enfermera del centro y un ataque de risa-llanto de Elisabeth interpretada por Renate Reinare, que carga a sus hombros toda la cinta. La acción, o no acción, pasa en los largos pasillos y en los largos silencios… Los diálogos se dilatan en múltiples pausas que toman significados inesperados…

El conjunto da una sensación de claustrofobia y de desconcierto al modo El ángel exterminador (1962) o I’m Thinking of Ending Things (2020). Algo no funciona bien. Viajamos por lugares recónditos del edificio de la mano de Elisabeth que es una conocida actriz cada vez más aprisionada por las acusaciones contra su cachorro. Se va perdiendo a ella misma cuando la vemos bailar de forma extravagante o persiguiendo susurros poco fiables que le cuentan secretos del pasado. La tormenta continúa más fuerte que nunca cuando ya en la escena final todos se reúnen en el patio mojándose por partida doble al posicionarse con una de las madres. El delirio me tiene en tensión y en torsión de cuello hasta el desenlace.

Así cerramos el visionado de las cuatro películas que forman la Sección Oficial y que exploran respectivamente el conflicto que supone crecer a través de la pérdida, los cuidados, los estándares de belleza y la sexualidad precoz.

Editor in chief: @jogarciagarrido
Film editor: @alexandra_iglesias_
Words: @trenchju