“TRENC D´ALBA» ¿Y SI SE TIENE QUE ROMPER ALGO PARA QUE SALGA EL SOL?”
Febrero de 2022: tras un duro parto, finaliza el rodaje del cortometraje “Trenc d’Alba”.
Diciembre 2023: Alexandra, directora y en este caso ayudante de dirección de la pieza, se sienta junto a Anna Llargués, directora del proyecto, para divagar sobre el mismo. Alex se embarca en el visionado como una forma de reencuentro con aquel intenso febrero. Una vuelta al pasado que se hace presente tras numerosas nominaciones entre las cuales al prestigioso festival de Cannes y la preselección a los premios Goya 2024. Alex está nerviosa. Estoy nerviosa…
Alex: …se me hace raro estar en esta posición entrevistándote. Amigas, directoras, compañeras de trabajo…
Anna: Además hemos hablado de este corto más de 200 millones de veces.
Alex: Si, aunque es la primera vez después de ver el corto acabado. Y quiero poner sobre la mesa la razón por la que cambiaste el título. Antes se llamaba “La linde”, de hecho, para mí, siempre será “La Linde”. ¿Por qué Trenc d’Alba?
Anna: En un inicio se llamaba “La Linde” por el concepto del límite físico entre terrenos. Pero yo quería hablar de lo que hay entre un final y un inicio y era importante que el titulo remarcara eso. Por una parte, pensé en el “alba” como lo que marcaba ese límite, pero con el día y la noche. De hecho “a Trenc d’alba” es una expresión catalana que significa “al amanecer”, y mi abuela la usaba constantemente. Entonces cuando decidí que el título debía ser en catalán, siendo el idioma que hablan los personajes, creía que funcionaba muy bien y que además era interesante la palabra “trenc” (de roto) para hablar de que se tiene que romper algo para que salga el sol.
Alex: Justamente yo he vivido este corto como una despedida de ese primer hogar, el lugar donde has creado tus primeros recuerdos; siendo un duelo y al mismo tiempo un cambio hacia lo nuevo. Pero además a nivel formal es un adiós a través de una cámara que retrata esos espacios que dejamos atrás. ¿Por qué hablar de esto? ¿Y cómo llegas aquí? Soy consciente que el guion mutó mucho…
Anna: En cuanto a la forma, a mí me apetecía filmar relacionando a las personas con los espacios y que esa relación viniera dada por una cámara, porque es la forma que yo he encontrado de relacionarme.
Y si, el guion mutó mucho y el montaje también. Pero costó porque tenía que costar, porque había que encontrarlo, ya que había una gran mezcla de emociones y temas. Pero hay algo que ha estado siempre. A mí de lo que más me apetecía hablar era de asumir ese momento donde o sueltas o te estancas. Entonces a nivel del objetivo del personaje yo pensaba “¿Cómo hago que un adolescente de 18 años decida si quiere que tiren la casa que han hecho sus antepasados o luchar por quedarse?” La cuestión es que él quiere las dos cosas. Y yo quería hablar de esa contradicción. Del miedo a soltar y del propio descubrimiento de ese miedo, ya que a mí personalmente los cambios se me han hecho siempre un nudo.
Entonces teníamos que llegar a una emoción que yo misma no entiendo y que incluso gente que ha visto el corto me ha dicho “no entiendo qué me pasa porque no es una emoción que yo conozca, pero me rompo cuando lo veo”. Porque estamos hablando de algo que no comprendemos del todo.
Alex: Yo lo expresaría como el entender la necesidad del cambio, aunque sea doloroso.
Anna: Exacto. Cuando tienes que dar un paso muy grande en tu vida hay algo que se rompe y que va a doler. Y creo que es una emoción que todos reconocemos pero que no entendemos del todo.
Alex: Sobre el punto de vista, ¿por qué escogiste el de los más jóvenes? Realmente son los que menos llevan en la casa ¿Crees que habría sido una historia muy diferente si estuviera contada desde una mirada adulta?
Anna: Precisamente me interesaba que fueran dos puntos de vista jóvenes. Elian, con 18 años, está en un punto intermedio donde entiende lo mal que lo puede estar pasando su madre y su abuela; pero al mismo tiempo tiene también esa curiosidad infantil. Entonces teníamos al personaje de Irene para tirar de él en esta dirección. Contado desde los adultos habríamos tenido un corto sobre el apego y el tener que soltar, pero con un componente muy alto de tristeza. Sin embargo, con los jóvenes teníamos la oportunidad de explorar la ilusión, además de aportarnos algo más fresco y espontáneo.
Alex: El viaje de montaje ha sido una reescritura total con Aina (Aina Martos, montadora), ¿verdad?
Anna: Total. Sabíamos en todo momento que la película estaba allí entre el material. Y no sabíamos si iba a funcionar o no, pero sabíamos que estábamos contando algo.
Alex: Eso seguro. Todos vimos desde el inicio que tú lo tenías muy claro, desde el guion hasta el set… entonces entiendo que fue coger los trozos para construir el mejor puzle posible.
Anna: Mi problema es que yo tenía ideas y emociones claras, pero no tenía “la fórmula mágica”
Alex: Creo que nadie la tiene.
Anna: Obviamente. Pero no tenía ningún tipo de fórmula. Hay directores que sí las tienen y que son de construir, y su trabajo se centra en poner las piezas en su sitio. Nos contó la montadora Ana Pfaff que hay directores que son más de esculpir: de una piedra muy grande, donde hay muchos componentes y emociones, trabajan el hecho de pulir, de ir quitando y dándole forma. Entonces con Aina tuvimos que hacer ese trabajo de esculpir.
Alex: ¿Cómo viviste este proceso con Aina?
Anna: He aprendido muchísimo de todos los procesos, pero sobre todo de montaje. Aina ha sido una montadora muy involucrada en guion y eso se ha visto reflejado en el montaje, no solo a nivel de ritmo sino de narrativa. Lo bueno es que ella al saltarse el rodaje tenía la mirada virgen, pudiendo entender el material sin el apego que traía yo. Y ella nada más empezar a montar ya propuso cosas nuevas y distintas. Yo me asusté un poco porque eran ideas que no estaban en guion. Pero a la vez yo sabía que el montaje no sería nunca lo que era originalmente el guion. Mientras montábamos se imprimió todos los frames y los colgó por toda su habitación, y los llenó de flechas, escritos, fotos… se involucró mucho y yo aprendí muchísimo de ella.
Alex: Yo en set aprendí mucho de ti, ya que viví un proceso de necesidad de entender tu formar de rodar y trabajar. Tienes tu ritmo personal, y tu prioridad son los actores. Era una manera muy tuya y al mi departamento (AD) era tan logístico y naturalmente tan poco flexible que me di cuenta de que yo y el resto del equipo nos teníamos que alinear y adaptar a esa forma de trabajar, al tipo de proyecto, a la historia, a los actores…. En cuanto a ellos como pieza central el rodaje, siento que la mitad fue el propio casting, el hecho de que fueran concretamente Gerard (Elian) y Vinyet (Irene).
Anna: Si, totalmente. Yo sabía perfectamente que los actores que estábamos cogiendo podían hacerlo, pero no tanto por sus cualidades de actores, sino porque podían llegar a entender lo que estábamos contando. Vinyet y Gerard conectaban con mi forma de vivir ciertas cosas. Esto para mí fue un regalo. Entonces la dirección de actores fue literalmente hablar con ellos y todo salía a partir de nuestras conversaciones. Por ejemplo, la escena donde hablan de “¿Qué crees que habrá detrás de las montañas?” originalmente es un audio de más de 20 minutos y son ellos mismos, Gerard y Vinyet, entendiendo que yo quería contar que ellos tienen curiosidad y miedo al mismo tiempo. Por ello siento que el corto es mejor porque encontré unas personas que me entendían y que me daban la posibilidad de confiar.
Alex: ¿Consideras entonces que ellos fueron también como pequeños creadores?
Anna: Ellos crearon sí. Como anécdota, yo para trabajar con los actores les pregunto siempre qué música escuchan y en este caso me gustó mucho el tipo de música que escuchaba Gerard. Entonces le pedí a él que escribiera una parte de la banda sonora, y ahora una de las canciones del corto es suya. De esta forma el proyecto adquiere más coherencia porque trabajamos con unos actores que proponen y a la vez marcan el tono con su ritmo y su forma de ser.
Alex: No sabía que Geri había compuesto una de las canciones. Me parece precioso.
Anna: Y no solo con los actores. Yo sentía que todo el equipo puso una parte personal suya. Por ejemplo, la cámara analógica era la del abuelo de Levit (Paul Levit, director de fotografía) y eso para él tenía una implicación emocional muy fuerte. Creo que surge una magia en rodaje y una magia en el propio resultado cuando hay esos trozos de verdad. Yo creo que eso se queda dentro.
Alex: Yo personalmente sentía que formaba parte de una familia, y me sentía muy parte del proyecto a pesar de no tener un cargo tan creativo en este caso.
Anna: Obviamente eras parte del proyecto. Y me visteis todos en un estado donde me tenía que apoyar en vosotros a nivel personal, no solo profesional. Estaba como desnuda, sin filtro… Y en tu caso recuerdo tu disociación y contradicciones “esto es ser Ad, esto es ser amiga, esto es querer la historia”, y encontrar el punto intermedio de estas tres se traducía muchas veces en ansiedad.
Alex: Sí… lloramos mucho juntas.
Anna: Mucho.
Alex: Porque era un complicado balance entre cuidar al equipo humano, y a la vez saber lo importante que es la historia, y entender cómo tú estabas, tu implicación emocional… Siento que trabajas buscando una verdad y si yo como ad no entendía eso, no iba a funcionar.
Anna: Pero también siento que no puede ser que termine el rodaje y luego estemos un mes para recuperarnos físicamente. Entonces para mí otro gran aprendizaje fue entender que hay que cuidarse.
Alex: Salud mental.
Anna: Sí, salud mental. Aunque se tenga que perder un poquito de la historia por ello…Como dice Carla Simón “seguro que hay una fórmula de hacer un cine que no duela tanto.”
Alex: No sé si se puede evitar que duela… porque no solo es la ansiedad del propio set sino la implicación emocional que le entregamos al proyecto.
Anna: Sí, y esa implicación emocional tiene una repercusión en lo físico y en las necesidades más básicas como el dormir o el comer… ¿recuerdas que en un momento llegué a estar 48 horas sin dormir?
Alex: Sí, recuerdo que tenías mucho insomnio… También creo nos ponemos mucha presión a nosotras mismas. Creo que eso es otro gran aprendizaje, el aprender a disociar. Estamos haciendo cine. No pasa nada.
Anna: Total, no nos puede ir la vida en ello. Me dedico a lo que me dedico porque me tiene que sumar. En el momento en el que me empiece a restar, aunque me encante y sea mi pasión, no funciona.
Alex: Bueno ahora que estás yendo a tantos festivales será un respiro saber que ha valido la pena todo ese esfuerzo titánico.
Anna: Si, lo más bonito fue en Cannes (festival donde se estrenó el corto internacionalmente). Yo tenía muchísimo miedo… pero cuando acabó la proyección de repente empecé a escuchar un montón de aplausos y recuerdo girarme y ver muchísimas caras llorando; entre ellas las del equipo y los actores. Aquí vi que lo que habíamos hecho podía llegar a emocionar de verdad. Me relajé y a la vez sentí que nada había sido casualidad, sino mucho trabajo y esfuerzo.
Alex: Y después del estreno en Cannes, ¿cómo está siendo el viaje por festivales?
Anna: Pues es muy bonito porque hago los viajes con el equipo que ha vivido esto conmigo y siento que compartimos el mismo tipo de emoción. Además, cuando viajamos a una ciudad en el contexto de un festival, el viaje cobra un sentido muy concreto, y viajas teniendo una casa que te acoge, y donde además puedes ver otras películas. En nuestro caso quiero mencionar que en la Seminci, en Valladolid, nos sentimos especialmente acogidos.
Alex: Qué bonito que el equipo te haya acompañado a muchos de los festivales. En mi caso me ha hecho mucha ilusión acompañaros a presentarlo en el festival Márgenes en Madrid la semana pasada.
Anna: Por fin lo has podido ver en la pantalla grande.
Alex: Ha sido muy bonito y emocionante, como si el círculo se cerrara. Gracias Anna por llevarnos contigo, por inicialmente haber contado conmigo, por haber confiado y por ahora charlar conmigo.
Anna: Gracias a ti y a Fantú por interesaros. Besitos a Jo desde aquí.
WORDS: Alexandra Iglesias García